El Masters es un fenómeno único en el golf y en los deportes en general. Mientras que otros torneos buscan desesperadamente cada dólar, el Masters hace lo contrario: rechaza millones con una sonrisa.
Este evento, considerado el más prestigioso de los Majors, rechaza $270 millones al año de ingresos por derechos de transmisión. ¿Por qué? Porque no necesita ese dinero para seguir siendo el rey. Mientras que el US Open gana $93 millones solo con los derechos de TV nacionales, el Masters se conforma con cero.
Augusta, el templo sagrado del golf, ha optado por ceder el control de la transmisión para mantener intacto su ambiente único. La emisión está limitada a solo seis patrocinadores y los anuncios no sobrepasan los cuatro minutos por hora, solo para cubrir costos. No encontrarás vallas publicitarias ni anuncios en los tees, porque, sinceramente, no sería lo mismo si Amen Corner fuera el «American Express Corner».
En cuanto a las entradas, un pase de cuatro días cuesta $475, pero en el mercado de reventa se disparan a más de $10,000. Y lo más curioso: Augusta no ve ni un centavo de ese dinero extra. A pesar de las ganancias astronómicas, no les importa. Su objetivo no es maximizar beneficios, sino preservar la exclusividad. De hecho, ese misterio y la reventa alimentan aún más la leyenda de Augusta.
Entonces, ¿Cómo gana dinero el Masters? Su mayor fuente de ingresos es el merchandising, con más de $80 millones al año. A esto se suman $40 millones por entradas, $25 millones por derechos de TV internacionales y $8 millones por concesiones. Resulta que el Masters no es una organización benéfica, ¡sino un gigante que sabe muy bien cómo mantener el control! La exclusividad es su tesoro y, al final, es lo que lo mantiene por encima del resto.