Búnker con sabor a pastel de frutas

El 1991 quedará marcado en la historia del golf no solo por su intensidad, sino por una jugada algo inesperada en la final del World Match Play, un duelo que enfrentó a dos gigantes del deporte: Severiano Ballesteros y Nick Price. La batalla era feroz, con Price dos hoyos arriba, mientras Seve, fiel a su estilo, no perdía la concentración. Pero, como cualquier ser humano, incluso los campeones necesitan un respiro… y algo para comer.

Fue en el hoyo 13 cuando, con la tensión a flor de piel, Seve le preguntó a su caddie, Billy:
¿Tenemos algo de comer?
Tengo un plátano y pastel de frutas, respondió Billy.
Dame el plátano, pidió Seve, pero cuando lo vio, su cara cambió. El plátano era demasiado amarillo para su gusto y, rápidamente, le pidió el pastel.

Mientras Nick Price, concentrado y listo para su golpe, se encontraba en su backswing, Severiano decidió dar un bocado al pastel… y lo que ocurrió a continuación fue algo que pocos podrían prever. Seve se atragantó con el pastel, comenzando a toser de forma inesperada justo en el momento en que Price iba a golpear la bola. El resultado: un mal golpe que dejó a Nick atrapado en el búnker.

Ballesteros, preocupado y avergonzado, inmediatamente se disculpó, mostrándose consciente de la situación. Sin dudarlo, pidió al árbitro la posibilidad de que Nick repitiera su golpe, ya que, según Seve, el incidente había sido totalmente accidental y ajeno a la competición. Sin embargo, el árbitro rechazó la petición, alegando que, al ser un hecho espontáneo, no podía penalizar a ninguno de los jugadores. Ante esta postura, el caballeroso Price, con la compostura que le caracteriza, aceptó que no había problema.

El duelo continuó, y aunque Nick dejó la bola a solo tres metros para empatar, Billy, el caddie de Seve, le suplicó que dejara a Price el putt de cortesía. Pero Severiano, firme y determinado como siempre, respondió sin titubear: “Ni hablar. Ofrecí una solución en el fairway, pero ahora debo terminar el hoyo.”

A pesar del pequeño traspié, Ballesteros siguió luchando con su característico espíritu combativo. Nick embocó su putt, pero Seve no se rindió y logró remontar, llevándose finalmente el trofeo en una de las victorias más memorables de su carrera. Así, con esta victoria, igualó el récord de cinco triunfos en el World Match Play, un hito previamente logrado sólo por Gary Player.

Severiano Ballesteros, el golfista que sabía ser caballero y guerrero al mismo tiempo, demostró en esa jornada que, aunque la competencia sea feroz, el respeto y la humanidad siempre deben prevalecer. Y, por supuesto, que un trozo de pastel puede cambiar el rumbo de una partida de golf… y del destino de un torneo.